miércoles, 18 de junio de 2008

El éxito total


Siempre creí que el éxito depende de nosotros mismos (de nuestro esfuerzo, nuestra inteligencia o nuestra suerte), pero un día descubrí que no es así. Ese es el mito que nos venden los gurús del éxito. El gran secreto que subyace en todas las estrategias, desde Maquiavello a Tzun Tsu, es que el éxito nos lo dan los otros.

Póngase a pensar un minuto. Todo lo que obtenemos de la vida es aquello que "alguien" esté dispuesto a proporcionarlo. Es decir, para lograr un objetivo y ya que vivimos en un mundo social (la Politeia del zoo politikon de Aristoteles), todo depende de que una persona diga "sí". Esa es nuestra vida, la condena a vivir de la aprobación de los demás. Repare en su propia vida, para avanzar en su vida escolar, claro que debió estudiar, pero alguien tuvo que aprobarlo. Igual en la Universidad o en el trabajo. Si quiere un ascenso laboral o enamorar a una mujer o casarse o seguir casado, nada depende de usted. Si no persuade no gana. Ese es el Quid del asunto.

Y para persuadir ¿Qué hacemos? Pues algo muy simple y tan oculto a la vista, al mismo tiempo: construir una imagen y trabajar en la percepción del otro. Esa es la base de la estrategia política y guerrera, la línea matríz de toda táctica. Todo es percepción, apunte esa frase, todo es percepción, memoricela.

Si es así, la imagen que proyecte usted en determinadas circunstancias definirá su éxito o su fracaso. Sé que esta técnica linda con la estafa, pero es objetiva en cuanto a logro de resultados.

¿Qué imagen conviene construir? Eso depende de qué quiera y de quién lo quiera. Conocer a la otra persona es una ventaja, tener su perfil es un paso adelante. Pero igual sirve la psicología y el cálculo predictivo de la conducta a partir de comportamientos estandar.

Un hombre que quiere conquistar a una mujer arribista mal haría en proyectar la imagen de un desvalido e igual aquel que pretende una mujer sola y frágil si proyecta la imagen de un cobarde e inseguro. Cada requerimiento tiene su respuesta peculiar.

Algo más. La experiencia me indica que es un gran error creer que las personas van a responder a la piedad por usted. El ser humano es egoísta y piensa en sí mismo antes que en los demás. Nadie va buscando distribuir dádivas. Si usted pide como mendicante o rogando lástima o solidaridad, sólo va a obtener indiferencia. Lo que quiere la gente es saber qué es aquello que usted puede darle. No pida, intercambie o genere una expectativa. A veces una persona está dispuesta a darle a usted algo si es que usted le ha echo creer que, a cambio, puede darle más adelante la posibilidad de retribuirle con algo que valora.

Indague que interés puede generar usted antes que qué lástima puede dar. Construya una imagen y trabaje sobre la percepción de aquel sobre quien quiere lograr alguna cosa.

Como consejo adicional y, en la óptica, de este principio fundamental de toda estrategia (quizás la estrategia número 1), no trate de obtener algo de alguien a través de cartas o correos electrónicos, busque una comunicación presencial, pida una cita, busque un contacto, un intermediario. El correo electrónico le da demasiadas posibilidades al destinatario de escaparse de su pedido. Puede darse todo el tiempo del mundo en redactar un elegante NO, o puede no contestarle nunca (esto último es lo más habitual). Usted lo sabe mejor que yo, pues seguramente ha sido frustrado varias veces en el intento de escribir para recibir respuesta.

Créame, el éxito se basa en dos palabras: "percepción" e "imagen". El teatro ayuda, el vestuario también y, sobre todo, la facilidad de comunicar aquello que quiere transmitir.

El mago genera una ilusión, presenta lo que no es como si, efectivamente, fuera. Todos perciben lo que quiere proyectar. No digo, que todo sea falso en su vida; pero en función de sus objetivos primordiales (que sólo usted conoce), tiene la opción de fracasar o de lograrlo. Es su decisión.

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